Tras un año de crecimiento económico más moderado, Colombia busca abordar los desafíos que marcaron 2015 mientras avanza con sus planes de reforma.
Estimaciones del FMI indican que el crecimiento del PIB cayó desde 4,6% en 2014 a 2,5% en 2015, debido a la caída de precios del petróleo y a debilidades fiscales subyacentes.
Aunque las proyecciones sugieren un panorama similar para 2016, se espera que el empuje por mejorar la competitividad de las exportaciones y un extenso programa de mejoras en infraestructura cobren renovado impulso en los próximos años.
Vigilando el precio
Varios de los desafíos económicos de Colombia se han visto exacerbados por el declive en los precios globales del crudo, lo que ha debilitado los ingresos del gobierno y las exportaciones, además de contribuir a la depreciación del peso colombiano.
Aunque tradicionalmente los hidrocarburos son un aporte clave a la producción económica de Colombia, llegando a casi un quinto de los ingresos del gobierno en 2013, el crudo aportó solo 7% de los ingresos fiscales en 2015, según el Ministerio de Hacienda.
Al igual que muchos monedas en mercados emergentes, el peso colombiano sufrió una fuerte depreciación frente al dólar en 2015, tras caer casi un 25%. La inflación, en tanto, subió a casi 7% al cierre del año, muy por encima del objetivo del Banco de la República de mantenerlo entre un 2% y un 4%.
Para contrarrestar el alza en los precios, el gobierno subió las tasas de interés 75 puntos en total durante todo el año, siendo la última vez fue en noviembre, cuando el Banco de la República elevó la tasa de política monetaria a 5,5%. Esto fue acompañado con un alza del 7% del salario mínimo en diciembre, con el fin de apuntalar el poder adquisitivo local.
Encontrando el equilibrio fiscal
Menos exportaciones, que cayeron 34,9% interanual durante los primeros nueve años de 2015, restringieron los ingresos del gobierno justo cuando aumentaba la presión por elevar el gasto.
El gobierno espera firmar un acuerdo de paz con las FARC a principios de 2016, lo que además de poner fin a más de medio siglo de insurgencia, requerirá mayor gasto en programas sociales para rehabilitar e reintegrar a ex combatientes. El acuerdo tendría un impacto neto positivo en la economía: el Departamento Nacional de Planeación proyecta que la inversión extranjera directa se triplicará y un alza de 1,9 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB como resultado del acuerdo.
También se espera que Colombia registre doble déficit para 2015. Por un lado, el déficit fiscal habría llegado hasta 3% del PIB, según el Banco Mundial, desde 2,4% y 2,3% en 2013 y 2014, respectivamente. Paralelamente, el actual déficit de cuenta corriente habría subido a 6,2% del PIB, casi el doble del 3,3% que se registró en 2013.
Aunque los USD 46 mil millones en reservas en divisas han proporcionado un importante colchón al país, el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas calificó el déficit de cuenta corriente, de alrededor de USD 18 mil millones, de “insostenible”.
Según un reciente informe de la OCDE, los ingresos del gobierno han caído en parte debido a una inefectiva administración tributaria. La recaudación tributaria de Colombia, que llega a 20% del PIB, es 2 a 4 puntos porcentuales más baja de lo que cabría esperar para un país de desarrollo económico similar, según estimaciones del Banco de Desarrollo Interamericano.
Dadas las ambiciosas metas fiscales de Colombia, que incluyen una tendencia a la baja del déficit fiscal estructural hasta 2022 (cuando el déficit debería llegar a 1% del PIB) el gobierno se ha comprometido a priorizar la recaudación tributaria en 2016 tras las reformas introducidas a fines de 2014.
Ampliando la economía
Se espera que soluciones de más a largo plazo incluyan medidas para profundizar la diversificación de la economía, aprovechando una sólida base de exportaciones agrícolas como el café, un sector fabril bien desarrollado y una robusta minería del carbón.
Esta estrategia es la base de la decisión del gobierno de permitir la depreciación del peso, ya que una moneda más débil debería potenciar la competitividad de las exportaciones.
Aunque estas medidas demorarán en rendir frutos, las primeras señales son en su mayoría positivas. Los exportadores colombianos de flores ya han ganado una ventaja de precio en el mercado estadounidense frente a sus competidores ecuatorianos, que trabajan en una economía dolarizada.
Las exportaciones farmacéuticas también están ganando impulso, al igual que otros tipos de bienes manufacturados, mientras las empresas colombianas buscan nichos en cadenas de producción con valor agregado ligadas al mercado de Estados Unidos.
Auge en infraestructura
Un considerable programa de infraestructura, conocido como Cuarta Generación o 4G, daría un impulso agregado a la economía con USD 50 mil millones en inversiones para construir carreteras e infraestructura de transporte.
Además de reducir los costos de logística, la iniciativa 4G tendría un efecto contra cíclico en la economía, elevando el crecimiento del PIB en 1,5 puntos porcentuales anuales hasta 2020, según estimaciones de la Agencia Nacional de Infraestructura.
El sector agrícola también se verá beneficiado, ya que el programa 4G abrirá la región de los Llanos Orientales, que ofrece un importante potencial de crecimiento.
“Gran parte de la tierra disponible en la región es fértil”, declaró a OBG Jorge Soto Pareja, vicepresidente de la consultora Invercor. “Hay potencial agrícola y agroindustrial para los inversionistas en una serie de actividades como madera, goma y aceite de palma”.
Con gran parte del financiamiento llegando a través de asociaciones público- privadas, la iniciativa 4G también se alinea con lo que Cárdenas llama “austeridad inteligente”. La participación del sector privado, dijo a los medios a fines del año pasado, permitiría que una muy necesaria inversión en infraestructura siga adelante mientras el gobierno trabaja para reducir el gasto de capital en 10,5%.
Fuente: Oxford Business Group