Columna de opinión: Jorge Zanoletty Pérez
No se puede negar que hay una cierta burbuja con el blockchain, por lo menos desde el punto de vista informativo. Este pasado fin de semana, sin ir más lejos, tanto El Mundo como el País le dedicaban sendos artículos, confirmando que el blockchain es “un algo” en el punto de mira de todos.
“Un algo”, porque con el blockchain pasa algo similar a lo que sucede con los fantasmas; no está muy claro lo que son, ni siquiera si existen, pero algunos optan por creer en ellos, por si acaso. Y es precisamente el misterio que envuelve al blockchain lo que contribuye a que sea más interesante, por la sencilla razón de que nos atrae lo desconocido.
Argumentos de El País para dudar del blockchain
Argumento nº1: “La gente, en realidad, no quiere blockchain”
Estoy de acuerdo en que existe cierta resistencia al cambio, y que el origen de esta resistencia se encuentra en la falta de comprensión de la tecnología. El ser humano, de manera instintiva, tiene miedo a lo diferente, como estrategia de supervivencia, y los cambios que promete el blockchain son amplios y profundos. Ahora bien, vivimos rodeados de ingenios tecnológicos que no comprendemos; montamos en aviones, hablamos por teléfono, enviamos emails… sin entender muy bien cómo es posible todo ello.
Este miedo instintivo al blockchain recuerda a las palabras de Steve Ballmer en 2007, CEO de Microsoft por aquel entonces: “There’s no chance that the iPhone is going to get any significant market share; no chance”. Sin comentarios.
Argumento nº2: “Nos estamos montando una película sin tener el guion”
En este sentido, puede que no le falte cierta razón a El País. La tecnología blockchain es tan incipiente, que no se sabe muy bien lo que vamos a hacer con ella. Se habla de transparencia y democratización, ¿pero aplicada a qué? Se nos ha dicho que, del mismo modo que los emails permitieron el envío de información, blockchain permitirá el registro y transmisión de activos sobre redes descentralizadas, en las que los bancos y las instituciones tendrán menos peso y en las que los usuarios ganarán protagonismo. Pero releyendo esta última frase, “uno se queda como estaba”, si se me permite la expresión.
Ahora bien, lo que sí es evidente es que muchas organizaciones, incluyendo algunos gobiernos y bancos centrales, están queriendo escribir el guion, y existe también un gran consenso en que el sector inmobiliario será uno de los principales afectados/beneficiados de la “explosión de eficiencia” que promete el blockchain. Por suerte o por desgracia, aquí estaremos para comprobarlo.
Argumento nº3: ¿Estamos seguros de que necesitamos una solución para los problemas de confianza?
Es cierto que el blockchain resuelve el problema de confianza que los ciudadanos tienen con las grandes instituciones financieras y gubernamentales, dado que sirve como base de un sistema monetario, comercial y registral paralelo e independiente de los órganos tradicionales de poder. Políticamente es una idea llamativa, puesto que golpea directamente en la línea de flotación de ciertos actores del establishment.
El argumento de El País en este sentido es el siguiente: ¿no deberíamos buscar mecanismos mediante los que recuperar la confianza en las instituciones, en lugar de crear instrumentos que las eliminen por completo de la ecuación?
Desde mi punto de vista, el blockchain tiene su atractivo desde el punto de vista político, pero los mayores beneficios están en lo económico. Una vez aterrizada la tecnología, la eficiencia será, definitivamente, mayor. Existirá mayor transparencia y menores costes de intermediación en todo tipo de transacciones, que a su vez serán instantáneas. Los usuarios tomarán el control, de manera descentralizada, eliminando el riesgo de un fallo central y estructural de la red. Y la información estará disponible de manera inmediata, sin esperas ni demoras.
El resto depende de ti. En tu mano está tomar por buenos los argumentos de El País o, por el contrario, averiguar cómo te podría afectar el blockchain en tu vida personal y profesional; quizá estés a tiempo de subirte al tren, si es que hay un tren…
Yo, personalmente, soy de los que cree en los fantasmas, por si acaso.
Fuente: ProtechLab – Por: Jorge Zanoletty Pérez