Pouzet, quien ofrece su casa de campo familiar por la red social, asegura que la plataforma debiera ser un incentivo para el turismo local, ya que da cuenta de que muchas formas tradicionales de hacer negocios se encuentran obsoletas hoy en día.
Tras la polémica que se ha levantado en Chile en torno a Airbnb como plataforma “informal” de alojamiento -que, a juicio de la industria hotelera local, podría ser vista como competencia desleal-, la Subsecretaría de Turismo anunció un plan para regular su funcionamiento.
Y es que en el país existen más de 6.700 unidades en Chile publicadas en la red social. De estas, el 50% corresponde a viviendas completas, y también hay piezas compartidas y privadas en el total.
François Pouzet es uno de los chilenos que usan Airbnb para alquilar tres habitaciones en su casa de campo, aprovechando el atractivo que genera entre los extranjeros la viña familiar (www.tipaume.cl), y asegura que los turistas hoy en día buscan experiencias de descanso muy diferentes de lo que era hace 10 o 20 años.
– ¿Cuál es su opinión frente al juicio de la industria hotelera por Airbnb?
“Ellos lo ven como una amenaza, pero deberían tomarlo como un incentivo para renovar su modelo de negocios y se obliguen a ser mejores, a ofrecer un servicio más competente y a evolucionar. Muchas formas de hacer negocios en el pasado se encuentran obsoletas hoy en día, especialmente debido al auge de las tecnologías y aplicaciones móviles y de la globalización”.
– ¿Cree que es positivo que el Gobierno regule la plataforma?
“Airbnb llegó a cubrir una necesidad que existía y es más que una simple alternativa a un hotel, y tanto la gente que arrienda su casa (o pieza) como la que hace uso de ella están muy satisfechas. Creo que, si se entra a regular, podría perder esa espontaneidad que tiene que hace que sea un buen servicio por donde se lo mire”.
– ¿Qué tipo de alojamiento ofrece en Airbnb como anfitrión en Chile?
“Pusimos a disposición tres habitaciones de la casa que tenemos en medio de nuestra viña familiar, en la Sexta Región. La gente tiene la posibilidad de conocer los viñedos, aprender cómo se hace el vino y luego probarlo, siempre acompañado de un asado. También pueden hacer trekking y otras actividades”.
– ¿Cuál ha sido su experiencia con los distintos huéspedes que han llegado a alojar en su casa?
“Llevamos medio año en esto. Partimos como un experimento, especialmente mis padres que no estaban muy convencidos; pero, luego de las primeras visitas que recibimos, nos motivamos y decidimos darle un empuje hasta el punto de remodelar la casa solo pensando en este servicio. El 70% de los huéspedes corresponde a extranjeros”.
– ¿Lo mejor y lo peor de Airbnb?
“Lo malo: la dificultad para hacer cumplir las reglas como el horario de check out . Lo mejor es que es una manera fácil de generar ingresos extras. Esto inyecta dinero en la economía. Y, en estos tiempos en que está debilitada, es un gran aporte”.
Fuente: El Mercurio