- Nota publicada por AméricaEconomía y escrita por Camilo Olarte
2017 será el año en que Proptech 2.0 habrá ganado tanta masa y momentum que va a cambiar al mundo”, pronosticó el profesor Andrew Baum en la introducción del reporte “Proptech 3.0: el futuro de la industria inmobiliaria”, publicado por el Saïd Business School de la Universidad de Oxford, el texto más citado por los expertos globalmente. Un año y medio después, Baum lo reitera en entrevista con AméricaEconomía: “Sí, todo ha comenzado a cambiar a partir del reconocimiento del valor de la información digital y de las plataformas colaborativas”.
Cambiar al mundo puede sonar muy pretencioso, y tal vez lo es, pero es que el alcance del Proptech va mucho más allá de lo que se pensó, luego de ver muchas promesas de empresas unicornio (consiguen en su etapa de formación un valor superior a US$1.000 millones) desplomarse en menos de un año. Proptech es un acrónimo (Property Technology) que abarca los emprendimientos o startups que ofrecen productos innovadores para la industria inmobiliaria y nuevos modelos de negocio que buscan transformarla. Desde software (portales como Rightmove, Opendoor, Zoopla), hardware (sensores, uso de analítica, etc.), materiales o herramientas de manufactura (impresión 3D). Un campo fértil y vasto que Andrew Baum define como “solo una parte de una transformación digital en la industria de las propiedades, mucho más amplia, que engloba tanto el cambio tecnológico como el mental en la industria inmobiliaria y sus consumidores, según nuestras actitudes, movimientos y transacciones que involucran edificios y ciudades”.
Proptech llega a cambiar la manera en que se hacen las transacciones de los bienes raíces, pero no solo eso, promete cambiar nuestra manera de relacionarnos y de trabajar (economía colaborativa), de invertir (crowdsourcing). La forma en cómo vivimos (viviendas inteligentes, domótica). Y cambia definitivamente el concepto de los activos más importantes para casi cualquier ser humano, los bienes raíces, a partir de la tecnología.
Hace unos días, en diciembre de 2018, Google hizo su primera inversión en Proptech y tendrá una participación de capital no revelada en AskPorter. La plataforma de administración de propiedades creada en el Reino Unido por tres jóvenes millenials, es un asistente digital para agentes, administradores de propiedades y propietarios que funciona por medio de Inteligencia Artificial. “Esta inversión es tanto disruptiva como significativa de lo que está pasando y de lo que pasará en los próximos años en el mundo inmobiliario”, calcula James Dearsley, presidente de Proptech Consult, y considerado uno de los influencers más importantes de esta nueva industria. “El papel del propman (agente, administrador) es arcaico. Así que cualquier iniciativa que acelere los procesos será ganadora”, agrega.
Tan solo unos días antes del anuncio de Google, Emoov, una agencia inmobiliaria digital low cost del Reino Unido, y hasta ese momento uno de los grandes ejemplos del crecimiento de las compañías de Proptech, se había desplomado, dejando a miles de clientes a la deriva y a muchos inversionistas decepcionados. Y no es la primera. En la búsqueda de la piedra filosofal del Proptech muchas iniciativas han desaparecido, víctimas de modelos de negocio insostenibles. Sin embargo, todos los participantes de este mercado saben que la tecnología llegó para quedarse y transformar a una industria tradicionalista e ineficiente, llena de costos transaccionales innecesarios, y que no ha visto grandes inversiones en las últimas décadas a nivel global.
Si América Latina va a seguir el camino ya trazado por las Proptech en Europa y Estados Unidos, y ahora Asia, es el momento oportuno para que empresarios del mundo inmobiliario, inversores, emprendedores y fondos de capital de riesgo se monten a esta ola tecnológica que promete cambiar el status quo de la industria. “América Latina tiene la gran oportunidad de no repetir los errores que se han cometido en otros países”, resalta James Dearsley.
Los inicios
En el texto “Proptech 3.0: el futuro de las bienes raíces”, Andrew Baum explica que el sector se divide en tres subsectores, aunque muchas iniciativas tengan elementos comunes: Smart Real Estate, plataformas basadas en tecnología que buscan facilitar la operación y administración de bienes inmuebles; Economía Colaborativa, plataformas basadas en tecnología que busca facilitar el uso de bienes inmuebles; e Industria Inmobiliaria Fintech, que busca facilitar la comercialización de los bienes inmuebles. El crowdsourcing inmobiliario, que apenas aparece en América Latina, es un ejemplo de dos sectores que se superponen: Smart Real Estate y Fintech Inmobiliario.
La tecnología llegó a la industria inmobiliaria entre 1980 y 2000, aunque el nombre Proptech se empezó a utilizar solo en 2014 en el Reino Unido y Estados Unidos. Muchos se refieren a ese periodo como Proptech 1.0, cuando llegan las primeras computadoras de escritorio (el software Excel es la primera herramienta digital que utilizó el sector) y se produce el posterior nacimiento de las empresas de análisis del mercado inmobiliario, como Property Market Analyisis, en Londres, o Investment Property Databank, en Nueva York; Prudential, en Nueva Jersey, se crearía unos años después. Asimismo, pronto surgirían softwares especializados en esta década, que reemplazarían a Excel, como Argus, Costar o Yardi, programas todavía líderes en este mercado.
También son los tiempos, a principios del 2000, del boom y posterior colapso de muchos dotcoms. Cuando nacen los primeros marketplaces como Craigslist, y después las empresas dedicadas al desarrollo de un mercado del sector residencial en línea, con empresas como Zoopla y Rightmove en el Reino Unido; y Zillow y Trulia, en Estados Unidos.
Pero la gran explosión y crecimiento exponencial del Proptech se da a partir de los avances tecnológicos como el cloud computing, la masificación de los smartphones, el Wifi, las redes 4G, los sensores y otras innovaciones que permitirían una mayor conectividad a más bajo precio. A esta época, en la que todavía estamos, y que ha alcanzado todas las fases del ciclo inmobiliario -diseño, financiamiento, construcción, comercialización y administración-, es la que llama el texto de Andrew Baum como Proptech 2.0. Esta transformación digital ya está ocurriendo en Europa y Estados Unidos y parte de Asia, y tiene como guías la inversión, la innovación y el emprendedurismo. En América Latina apenas empieza a consolidarse.
La notoriedad global de Proptech se alcanzó hace poco, cuando las inversiones aumentaron de forma exponencial. En 2011, no llegaban a los US$ 200 millones. En 2017, alcanzaron US$ 12 mil millones, según el fondo de capital privado enfocado a bienes raíces, NYCProp. Ese año solo cuatro compañías Proptech habían roto el techo de los US$1.000 millones de valoración: Compass, una red de agentes inmobiliarios; Homelink, un portal inmobiliario chino; SMS Assist, una herramienta de administración de propiedades; y Opendoor, un algoritmo para comprar y vender residencias en línea. El listado se ha triplicado en los últimos dos años, aunque las compañías siguen centradas en Estados Unidos, Reino Unido y China.
A la par de startups dedicadas a PropTech, se han desarrollado fondos de capital de riesgo enfocados en la industria inmobiliaria. Es el caso de Fifth Wall, el primer fondo especializado en Proptech que levantó más de US$ 200 millones. Este mismo fondo logró levantar el capital para muchas de las empresas inmobiliarias líderes en Estados Unidos, como Equity Office, Prologis, Lenard, Hines, entre otras.