En los últimos años ha aumentado el interés por la logística urbana y, en consecuencia, por los activos logísticos en las ciudades, aumentando su atractivo como inversiones. Y si bien la principal causa fue el gran crecimiento del comercio electrónico, los problemas asociados a la logística urbana exceden ampliamente a las ventas por internet, y deben ser abordados teniendo en cuenta también a las cadenas de suministro.
El avance de la urbanización a nivel mundial deriva en que un porcentaje cada vez más mayoritario de la población se concentra en las zonas urbanas. Aunque muchas ciudades comparten los mismos problemas logísticos, cada una tiene su propia evolución histórica, dando lugar a soluciones y oportunidades diferentes.
Dado que los centros urbanos suelen ser el foco de la innovación en sus respectivos países, siendo –en palabras del C40 Cities, grupo del que Buenos Aires forma parte– donde “el futuro ocurre antes”, es probable que las ciudades sean el terreno de pruebas para la evolución de la logística y los bienes inmobiliarios que mejor se adapten a los cambios.
Además del auge del comercio electrónico, el otro de los grandes motivos de la creciente atención a la logística urbana es el alza en la demanda de instalaciones que permitan cubrir la llamada última milla, es decir, el tramo final de la entrega al consumidor. Al tiempo que esta tendencia coincide con la mayor demanda de bienes y servicios causada por el aumento de la población urbana, entra en contradicción con la necesidad de vivienda nueva que también produce dicho aumento: existe una gran presión para que el suelo industrial se libere al uso residencial, forzando a los operadores que cubren la última milla a reubicarse más lejos de su base de clientes. Este movimiento de alejamiento de los centros de distribución es reforzado por el valor relativamente bajo de los usos logísticos frente al uso residencial. Es por ello que se requieren infraestructuras logísticas urbanas más flexibles, que frenen la pérdida de suelo industrial y pongan límites al incremento del “radio de distancia”, es decir, la distancia de entrega desde el almacén hasta los clientes, lo que hace las operaciones logísticas menos sostenibles en términos de kilómetros y emisiones. El desafío está, entonces, en tratar de encontrar formas de mejorar la eficiencia general de lo logística urbana al tiempo que se minimizan los efectos adversos sobre el ambiente.
Las emisiones, por su parte, son un problema de peso cada vez más importante en las ciudades, no tanto por su impacto a largo plazo sobre el cambio climático, sino más bien por el daño a la salud de las partículas en suspensión y el dióxido de nitrógeno, responsables de miles de muertes prematuras. Asimismo, preocupa otro tipo de emisión: el ruido producido por el transporte y la carga y descarga de mercancías. Con vistas a esto, muchas ciudades europeas se han puesto a la vanguardia de iniciativas que incluyen la creación de zonas de bajas emisiones, encontradas en varias urbes inglesas, y la reducción del uso de vehículos diésel, que se suman a medidas preexistentes como las restricciones a los repartos en ciertos horarios. Y aparecen también proyectos más radicales, como la delimitación de supermanzanas, integrando varias manzanas en bloques más grandes y restringiendo el tráfico de vehículos particulares y comerciales al perímetro de las mismas. De esta forma se peatonaliza parcial o totalmente el interior de los nuevos bloques urbanos, reduciendo el ruido, la polución y la inseguridad en su interior. No obstante, desde el punto de vista de la logística, las entregas locales se hacen más difíciles. Barcelona es la pionera de esta clase de reagrupamientos, habiendo establecido ya el “superille” de Sant Martí y planeando sumar hasta 10 nuevas supermanzanas.
Sumado a las dificultades surgidas de la presión del uso residencial y las emisiones, el auge del comercio electrónico aumenta la complejidad de la logística urbana, dado que ha fragmentado enormemente la última milla de distribución, multiplicando el número de puntos de entrega y disminuyendo más y más el plazo de entrega ofrecido a los clientes. Actualmente se ofrecen múltiples opciones de entrega, como entrega a domicilio, entrega en el lugar de trabajo, envío a puntos de recogida, etc., y crece la competencia entre los sitios de e-commerce por hacer llegar las compras más rápidamente, a la vez que se da un alto nivel de devoluciones. La expansión de la modalidad de entrega en el día, por ejemplo, hace pensar que avanzará la demanda por depósitos más cercanos a los consumidores. Considerando que se trata de un sector relativamente inmaduro, se espera que el comercio electrónico seguirá desarrollándose con fuerza, trayendo así una mayor demanda de soluciones para cubrir la última milla.
Pero no es sólo la venta a través de internet la que impulsa la demanda de transporte de mercancías en las ciudades. Existe un espectro mucho más amplio de sectores clave en el crecimiento de la logística urbana, que incluyen a las demás ramas del comercio minorista, servicios de mensajería, hotelería, gastronomía, construcción y residuos.
Próxima entrega “Mas allá de la ultima milla – Parte 2”: lunes 23 Abril