Entre los Estados iberoamericanos, España es un líder global en infraestructura terrestre; está presente en la mayoría de los concursos de grandes obras que hay en el mundo. Un dato que llama poderosamente la atención es que sus empresas construyen un porcentaje próximo al 40% de las principales concesiones de transportes mundiales, principalmente aeropuertos, puertos y autopistas.
Chile es un buen ejemplo de ello. De los 15.091 millones de dólares concesionados entre 1993 y 2014, han sido las sociedades de procedencia española las que alcanzado mayores éxitos. Uno de los principales logros ha sido la renovación de la infraestructura vial chilena -más de 2.500 kilómetros de autopistas urbanas e interurbanas-, cuya gestión también corresponde hoy a las hispanas.
La patronal de las grandes constructoras españolas, Seopan, ha presentado recientemente un plan extraordinario de infraestructuras y eficiencia energética por valor de 65.835 millones de euros, que se implementará en la próxima legislatura, es decir, de 2016 a 2019. Con esta “inversión adicional”, se crearían nada menos que “1.023.000 nuevos puestos de trabajo en cuatro años, equivalentes a 256.000 a tiempo completo”.
La base de una competitividad exitosa en los mercados globales está presidida no solo por bienes y servicios de calidad, sino también por unas infraestructuras adecuadas que les permitan llegar a cualquier lugar del planeta en una posición ventajosa.
No hay duda de que el progreso de Iberoamérica pasa inexorablemente por el desarrollo de las infraestructuras (viales, de transporte, logísticas, energéticas, de telecomunicaciones, hidráulicas, edificación, tecnológicas, etc.), que son fundamentales para el crecimiento de las naciones y traen mejoras sociales en la calidad de vida de los habitantes allí donde se construyen. Su establecimiento genera oportunidades para las empresas de todos los tamaños que participan en su construcción. Existe la imagen de que son solo unas pocas las que participan en el proceso; tras una gran compañía que gana una licitación hay un sinnúmero de medianas y pequeñas empresas que logran contratas y subcontratas que abarcan las actividades más variopintas, generando muchos puestos de trabajo por allí donde van.
Potencial desaprovechado
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la inversión en infraestructura en la región ha seguido una espiral decreciente. Tanto es así que en el primer lustro de los años 80 esta representaba un 3,7% del producto interno bruto (PIB); en la segunda mitad de los 90 se redujo a un 2,2%, situación que continuó en los primeros cinco de la pasada década situándose en un 1,5%. En 2014 estuvo en torno a un 2%, guarismo insuficiente para aprovechar las potencialidades económicas de Latinoamérica.
Chile es consciente de la trascendencia que han tenido las infraestructuras en su desarrollo en los últimos 20 años, y de lo que aún falta para situarse en una mejor posición competitiva. Hace pocas horas el Ministerio de Obras Públicas de Chile lanzó un nuevo plan de concesiones que contempla cambios de reglamentos para agilizar la asociación público-privada y la ampliación de la cartera total de proyectos 2014-2018 en 2.000 millones de dólares, hasta un total aproximado de 12.000 millones para este período. Para 2015, la meta en asociación público-privada en infraestructura es de 1.500 millones de dólares.
América Latina, comparada con el este de Asia, mantiene una importante brecha en infraestructuras en casi todas las áreas. De los escasos indicadores donde la cobertura de infraestructura de Latinoamérica es comparable con esta zona es en el acceso a servicios de agua y servicios sanitarios, aunque en términos absolutos aún se presentan oquedades. Y en uno de los pocos sectores donde América Latina presenta mejores indicadores que el este de Asia es el sector ferroviario, donde la extensión de la red representa el 27% de la de América Latina. Sin embargo, según los expertos esto puede explicarse mejor por la extensión y conformación territorial de cada región que por el propio desarrollo de infraestructura ferroviaria
La Cepal ha estimado que el nivel de inversión requerido por América Latina para cerrar las diferencias de infraestructura respecto a los países emergentes del este de Asia es equivalente una inversión del 7,9% del PIB anual por lo menos hasta el año 2020. Este monto es equivalente a 286.300 millones de dólares al año, cantidad propuesta en 2012.
El esfuerzo que realizar es titánico, de ahí que Iberoamérica sea una de las zonas del planeta más provechosas para aquellos empresarios y profesionales que estén proyectando su expansión al exterior. En ella deben poner la mira pensando en su propio futuro y el de todos.