CNN internacional están preparando un reportaje sobre el barrio El Golf, este pequeño enclave acristalado y vertical, protagónico en la imagen de Santiago del Chile del siglo XXI.
Es difícil explicar a los extranjeros por qué se construyó aquí, habiendo otros sectores bien conectados donde habría resultado más barato y sin destruir lo que un embajador europeo, testigo de la demolición de sus excelentes casas, describió como “el mejor barrio de Chile”. Efectivamente, bien planificado, en una época que demandaba más áreas verdes, cocinas y baños más amplios y asoleados, vías urbanas anchas, cercanía a estadios, logró el equilibrio único entre arquitectura de calidad y equipamiento moderno.
Uno podría comprender que los patriotas quisieran borrar las huellas de lo hispánico. Que la sociedad emergente del siglo XX abandonara los palacetes afrancesados de Santiago Poniente por considerarlos un símbolo de una sociedad extranjerizante. Pero no es el caso.
Densificado al mediar el siglo pasado, en la posguerra, en este barrio se instalaron personas de los más diversos orígenes. Desde el griego importador de películas hasta la familia judía propietaria del cine, pasando por ingleses de Valparaíso y empresarios árabes, como también familias jóvenes que, hijas de Providencia, buscaron terrenos baratos más allá del canal San Carlos.
De la cultura latina viene la palabra “mundus”, mundo. Representaba al hoyo donde los futuros habitantes de una ciudad lanzaban un terrón de su tierra de origen. Orgulloso símbolo de diversidad, se abría cada tres años para que no se olvidara a los fundadores. En el centro de la Plaza Perú pudimos haber tenido un “mundo” sumergido.
Es el último barrio amplio con propuesta urbana integral. La relevancia de la avenida Isidora Goyenechea que descubre la cordillera, la curva que traza la calle Don Carlos, la señorial magnitud de Gertrudis Echenique -cuyo bandejón central valoriza el templo y culmina ante las rejas del Club de Golf-, todo obedece a un plan.
Por lo mismo… es difícil dar una explicación. ¿Qué demolemos cuando demolemos? Para este sector se han dado dos razones: que el Sanhattan se hizo insuficiente y se expandió al oriente de la avenida El Bosque, y en lo residencial, que luego de consolidarse el prestigio del barrio, como paradigma, era un negocio extraordinario demolerlo, para ofrecer a cientos de familias, a través de departamentos, el acceso al sueño de “vivir en El Golf”.
Por fortuna, hay una serie interesante de edificios que siguen aportando un espectáculo urbano en su versión actual.
Queda una lección para otras comunas; cada municipio es responsable de tener su atención puesta en qué se construye y qué desaparece, tener un criterio “curatorial” para orientar inversiones que, en pocos años, pueden borrar una historia. En sociedades tan diferentes como las de Estados Unidos y Alemania, o Singapur, se reconoce que el tema requiere estudios y voluntades públicas.
Inicios
Densificado al mediar el siglo pasado, en este barrio se instalaron personas de los más diversos orígenes.
Fuente: El Mercurio