Por Lic. Claudia Armesto*
Todavía seguimos debatiendo sobre una problemática global que nos responsabiliza a todos en menor y mayor medida. ¿Qué uso le damos a los recursos que consumimos? ¿Consumimos responsablemente? ¿Qué es consumir responsablemente? ¿Qué es ser un ciudadano sustentable? ¿Qué es ser una empresa sustentable? Sin duda, son los interrogantes a los que muchos académicos, políticos y empresarios queremos dar respuesta a diario y que nos plantean nuevos modos de habitar y nuevas prácticas sociales en nuestra vida diaria: en el trabajo, en nuestra casa y en nuestra comunidad.
Traslado unos datos reveladores sobre la primera encuesta ambiental[i] elaborada en 2014 por la organización Fundación Vida Silvestre Argentina, que destacó métricas como horizonte y desafíos para los empresarios de nuestro país: el 64% de los encuestados pagaría más impuestos para proteger el medioambiente; un 85% estaría dispuesto a comprar productos sustentables aún si son más costosos y el 38% muestra interés por las propuestas ambientales de los candidatos a los que vota.
¿Por qué las empresas deberán reconocer el impacto ambiental como eje fundamental de su negocio y pensar sobre cómo resolver el daño que causan? ¿Cuáles son los desafíos del futuro que harán empresas socialmente responsables y con un ADN sustentable?
Me parece esclarecedor el análisis concreto de George Kell, Director Ejecutivo del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, sobre las primeras premisas que debemos asumir en articulación con el sector privado y el público ante la problemática climática actual. Kell expresó: “Una de las principales medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los efectos del cambio climático consiste en fijar un precio del carbono que refleje el daño que los combustibles fósiles están causando al planeta y a sus habitantes. Esta medida envía a empresas e inversores el mensaje de que los proyectos de energía renovable y bajos en emisiones de carbono resultan en realidad muy rentables y establece reglas de juego equitativas que no penalizan a los actores ya presentes en el mercado.”
Coincido con Kell en que el rol de los gobiernos va ser clave para la adaptación y la generación de esta transformación en las empresas, ya que muchos gobiernos están comenzando a asumir sus responsabilidades. Cada vez son más los mercados de todo el mundo, tanto nacionales como regionales, que fijan un precio razonable para el carbono consumido. Los impuestos sobre el carbono, que son una alternativa al ajuste de sus precios, también están aumentando. Sin embargo, estas políticas gubernamentales serán en vano si no incentivan la innovación y la implementación de medidas que den lugar a soluciones energéticas capaces de provocar cambios sustanciales.
Considero que el futuro depende de nuestros desafíos cotidianos y en la articulación de diversos factores en las empresas en búsqueda de alinearse a un proceso de transformación que lleve a construir una conciencia comunitaria, responsable con el bien común y basada en la ética del cuidado. Son procesos que se abren y dan curso a nuevas maneras de asumirnos y repensar cada práctica en las empresas. Desde nuestra consultora, estamos en el mismo camino y asumimos el compromiso en ayudar y colaborar a nuestros clientes en este proceso de ser cada día más responsable socialmente desde la particularidad de su negocio y generando un cambio sustancial a largo plazo en todos sus ámbitos.
*Licenciada en Comunicación Social orientada a Procesos educativos y comunicación. Investigadora Social UBA. Docente de la Universidad de Palermo de las asignaturas Publicidad II, especialista en Medios de Comunicación; Relaciones Públicas I y Relaciones Públicas VI. Actualmente, es presidente de Empatía Comunicación, consultora que se dedica a la creación de planes integrales de comunicación y forma parte del IARSE. Sus especialidades: Comunicación 360º, Planes de RSE, Prensa, PR, Media Planning, Social Media, Eventos, Marketing de contenidos.
[i]800 casos a nivel nacional, encuesta telefónica a horas particulares con teléfono en centros urbanos de más de 10.000 habitantes y mayores de 18 años de edad. Campo realizado entre el 6 y 17 de febrero de 2014.